“El del domingo habría sido el partido con más seguridad en la historia de este país, por lejos, a un costo gigantesco. Hay 14 o 15 equipos que no venden entradas para pagar eso. Uno empieza a pensar que hay una agenda antifútbol o ‘anti U’”, dijo el presidente de Azul Azul, Michael Clark, luego de que se suspendiera el partido entre la Universidad de Chile y Cobresal de este domingo.
Y es que, de acuerdo al club universitario, la organización de este encuentro se planificó por meses junto a las autoridades, sin embargo, a solo 48 horas del partido, ese se suspendió.
Lo cierto es que estas determinaciones desde la delegación presidencial de la Región Metropolitana, liderada por Constanza Martínez, no son para nada nuevas y la Universidad de Chile es el club más perjudicado por sus decisiones.
Largo historial con el Gobierno
El primer impasse entre la U y el Gobierno se produjo en marzo de 2022, cuando Gabriel Boric no llevaba ni un mes en La Moneda. El partido entre el Bulla y la Unión Española se iba a disputar en el Estadio Lucio Fariña, de Quillota, sin embargo, el delegado presidencial de aquella provincia, José Orrego Ramírez (RD), decidió suspenderlo.
¿El motivo?, dos informes negativos por parte de Carabineros. Lo curioso es que la determinación gubernamental se tomó a solo horas de que se jugara el partido.
Más adelante, en octubre del 2022, la U nuevamente sería perjudicada por decisiones del Gobierno. Esta vez, la U debía jugar la semifinal de la Copa Chile frente a la Unión Española en Valparaíso, sin embargo, la Delegación Presidencial de la región de Valparaíso y la directora de Estadio Seguro, Pamela Vargas, no autorizaron la realización del duelo.
La escusa en aquella ocasión fue que “no había tiempo suficiente para organizar el evento”, porque se había programado 48 horas antes del partido.
El primer castigo de la U durante el mandato Boric, llegó en junio de 2023, cuando barristas del Romántico Viajero generaron graves incidentes en Concepción, en medio del clásico universitario. El partido se suspendió y debió terminarse en el Santa Laura sin público.
El recinto de Independencia sería testigo de otra suspensión que afectó al cuadro azul. Cuando la U iba a jugar su partido frente a Everton, la Seremi de Salud y la Delegación Presidencial Metropolitana suspendieron el encuentro por un corte de agua en el sector.
El último escándalo sería el ocurrido esta semana, donde, a pesar de que la Universidad de Chile cumplió todas las exigencias de las autoridades, el Gobierno decidió no autorizar el partido.
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