Sin duda, que lo primero que hay que decir es lamentar, solidarizar y enviar las condolencias a las familias y cercanos de los dos jóvenes hinchas de Colo Colo que fallecieron en las afueras del Estadio Monumental. Quienes van a alentar a su equipo, tienen que volver a casa y no perder la vida en aquel acto y las autoridades deben saber eso, dando las seguridades que corresponden.
Ahora bien, la violencia – venga de quien venga – no puede ser avalada bajo ninguna circunstancia e independiente de la camiseta que tenga. Lo presenciado en el duelo de los albos ante Fortaleza, no puede ocurrir jamás y la señal que damos al mundo provoca una vergüenza tremenda. Y con esto, no digo que los nuestros están libres de pecado, pero también es cierto, que en el último tiempo ha existido un comportamiento ejemplar. Así y todo, han tenido que pagar los platos rotos como ahora, por ejemplo.
Sobre la misma y mientras veíamos las tristes imágenes, recibíamos información constante sobre las consecuencias que esto podría traer y desde luego, nos preocupamos por el Superclásico de este domingo, pero, ¿Por qué teníamos que apremiarnos si el Nacional sería una fiesta donde solo íbamos a ver los colores azul y rojo? Curioso, pero cierto.
De primera y en su intervención inicial, el Ministro de Seguridad, Luis Cordero, sostuvo que el partido no corría riesgo de suspensión. Sin embargo, con el amanecer de este viernes, los antecedentes recopilados, daban fuerza a la tesis que el partido no se jugaría. Dicho y hecho.
¿Quién manda en el fútbol chileno?
Bueno, todo esto, cae como anillo al dedo a Colo Colo, quienes apenas vieron la programación de su semana copera y que coincidía con el Superclásico, más sus bullados días de celebración por el aniversario y toda esa chaya donde los medios se han hecho cómplices, no lo querían jugar. Ellos, no querían ir al Nacional. SE SABE.
No quiero que se piense que tengo una postura macabra o que no considero lo que ha pasado, no, pero existen justificaciones para explicar esta tesis. Y lo más reciente fue la suspensión de la Supercopa entre azules y albos en enero pasado, donde en Macul alegaron por el hotel en la ciudad de Ovalle, apelaron siempre a que se jugase en duelos de ida y vuelta y por último, el Delegado de Coquimbo, Galo Luna, aseguró que fue la ANFP quien suspendió el partido, ya que en la región estaban las garantías, ¿Por qué se decidió eso? Porque los blancos no querían jugarlo, todo apunta a aquello.
Ahora ocurre esto, cuando somos, otra vez, los perjudicados ¿O acaso no recuerdan lo de febrero de 2024 cuando sus hinchas provocaron desmanes en el Estadio Nacional en la Supercopa ante Huachipato y fue la U quien no pudo jugar su partido por el torneo ante Cobresal a la semana siguiente? ¿Por qué debemos pagar los platos rotos?
También, podemos retroceder en el tiempo. Nuestro actual portero, Gabriel Castellón, cuando era un joven jugador de Santiago Wanderers, tuvo que disputar el partido ante Colo Colo cuando Valparaíso y sus casa ardía por el fuego. Es que era el partido de la estrella 30, no se podía suspender, había que jugarlo.
El año pasado, el masoterapeuta de los azules, Lorenzo Prieto, falleció mientras salió a correr por La Serena y horas más tarde, la U fue obligada a jugar igual el partido ante Coquimbo Unido, cuando la cabeza estaba en otra parte. Horrible y seguimos sumando hechos.
Para terminar, solo puedo comentar algo que pude entablar en un diálogo con un miembro del club y me hace mucho eco, considerando que les encuentro toda la razón, “La U sabía que iba a ganar y Colo Colo sabía que iba a perder“. Otra vez, les resultó la trampa a los regalones.
En el cierre y por honor más por decencia (aunque no se si se conoce esa palabra), las autoridades deben suspender y anular, todas sus actividades de celebración por los 100 años. Ley pareja, no es dura ¿O es solo para algunos? No quisieron jugar, definitivamente, no querían jugar.
